Y un día vino a mi este reloj que entre susurros me confesó que ya no le agradaba vestirse de azul y blanco, que había vivido tantos años usando el mismo atuendo que no le vendría mal un cambio que le rejuveneciera y le diera nueva vida.

Entonces le pregunté con qué soñaba.
Y asimismo en su actitud susurrante me confesó sus sueños de vivir en una cocina rústica, que le llegaban sonoros los colores del tirol y así fue como le dimos en el gusto.
Quedó felíz...dice.




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