Tenía esta tacita quebrada y me partía el alma echarla a la basura... Así que como buen Diógenes (ja ja, con todo respeto) la guardé largo tiempo esperando que alguna buena idea pudiera resucitarla en gloria y majestad.
Hasta que ocurrió.


Con algo de tela en los tonos y un poco de algodón comencé a dar vida a mi nuevo (y primer, debo decirlo) alfiletero (también conocidos como acericos)


Una cinta alrededor y un botón dorado como detalle 
le dieron el toque.


Como la idea me quedó gustando y mis alfileres eran muchos, me fijé en esta belleza de tacita abandonada, sola ella quizá desde cuando y me lancé a la tarea de hacerla protagonista de una nueva aventura. 


El sistema es básicamente el mismo, cortar un círculo de tela ojalá en los tonos, hilvanar la orilla por completo, apretar o fruncir hasta casi cerrar el círculo, rellenar con algodón sintético y apretar hasta cerrar formando una pelotita.


Pego esta pelotita con silicona caliente (aunque puede ser fría o con otro pegamento) a todo el borde de la taza. Un dato: rellené las tazas con papel para asegurarme que la pelotita de tela no se fuera al fondo al empujarla fuerte.
Finalmente una cinta alrededor le da el toque mágico.

Paloma y Bastián

Lo más lindo es que mis chanchitos se entretuvieron mucho ayudándome a pinchar los alfileres, media hora de chanchitos tranquilos en casa es un impagable.


Estoy felíz con el resultado, además como regalo puede ser muy útil y delicado.


Después de hacer el comisario Woody pensé que el gordito me dejaría en paz, pero no. 
Quiso a su superhéroe preferido:  Buzz Lightyear.
Se preocupó personalmente de que yo comprara las lanas para el trabajo. 
Así que no me quedó otra y comencé a juntar los materiales, revisar las imágenes de Buzz en la web y mirar con detención cada uno de sus muñequitos.


A diferencia del Woody que fue hecho a palillos, éste Buzz lo tejí a crochet.


Claro que no quedó perfecto, quizá un poco flaco.



Pero le puse todo mi empeño principalmente en los detalles, los colores, las alas, los botones.



Y por supuesto nuevamente el gordito quedó felíz.
 Eso es lo más importante.


Ah! y con las lanitas sobrantes le tejí un gorro Buzz Lightyear abrigadito para el invierno.