Caminando por la calle encontré esta silla botada en una esquina, lista para que se la llevara el camión de la basura.
Primero me brillaron los ojos porque fue verla e imaginarla toda revestida de nuevo encanto.
Después me dio mucha pena pensar en toda la vida que tuvo, cuántos niños la habrán usado, cómo habrá sido el día en que fue usada por primera vez y en cómo se estaba poniendo fin a su existencia.
Así que sin pensarlo tanto más la recogí.
Lo primero fue desarmarla y volver a pegarla con cola.
La lijé un poco y le apliqué esmalte blanco.


Y así quedó, toda bella, lista para sostener a una princesa.


Le di color rosado a los palos torneados y al dibujo calado del respaldo, también a las orillas de los brazos.
Y le pegué unos stickers plateados para dar unos detalles de brillos.


Para el asiento rellené con espuma nueva y forré con un trozo de polar.
Con glitter le di muchos detalles de brillitos.


No solo quedó como nueva sino que recuperó su vida y su sitial de gran trono.

chan chan

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