Esta silla de paja llegó a mis manos en muy malas condiciones, le faltaba un brazo y la paja comenzaba a desarmarse.
En ocasiones es un verdadero desafío contribuir en volver a la vida y en todo su esplendor a estos pequeños objetos que han sido construido por manos artesanas y que han tenido una vida noble y útil.
A veces pienso que es tan fácil volver a iluminarlos y regresarlos a su humilde vida de servicio.
Entonces pusimos algo de pegamento a la paja, la pinté enteramente de blanco, le hice un bonito cojin a cuadros rojos con vuelitos por todos lados e intenté (pues si de algo no sé es de pintura) una decoración al estilo de los muebles campesinos del Tirol o de Austria o de Los Alpes quizá...
No sé como se llama ese tipo de pintura decorativa pero la encuentro hermosa.
La silla quedó muy linda.
La señorita Palomi se sienta en ella a leer sus cuentos o a comerse una naranjita.