Con mi modesta experiencia en albañilería me di a la tarea de levantar otro proyecto esta vez en otro rincón de mi patio.
Es una esquina pequeña de agradable sombra donde me gusta tomar el té por las tardes con alguna eventual compañía...


Lo primero fue marcar con tiza el sector que iba a intervenir, la idea era que no ocupara mucho espacio porque es un rincón pequeño.


Lo segundo fue presentar los ladrillos en la posición que quedarían...


Luego los pegué con mezcla de cemento y arena.


Lo siguiente fue atornillar a modo de esquinero dos juegos de escuadras en los que monté trozos de cerámica cortados en triángulo.
Procuré que las escuadras quedaran muy firmes con tarugos y tornillos y la cerámica la pegué con adhesivo al metal.
Por último cual Hansel y Gretel salí a la calle a recoger piedras de regular tamaño (mi idea en todos mis proyectos no solo es hacerlos yo misma sino incurrir en el menor gasto posible utilizando el ingenio y el reciclado).
 Con las piedras levanté sendos "muros" en cada esquinero de tres o cuatro corridas de alto más o menos que fui pegando con cemento...pegaba una corrida, esperaba que secara un poco y luego seguía con la otra, de modo que no se desmoronara el muro, pues trabajar con piedras no es lo mismo que con ladrillos.


Una vez listo el esquinero solo quedó instalar las plantas.
A la maceta de abajo le puse cerámica.


Parece natural, una verdadera cascada de piedras de la que brota naturalmente la vegetación...me encanta.


Y así el rincón del té luce ahora un encanto natural.


Había un rincón en mi casa que hace rato me miraba con cara de "péscame". 
Y si, solitario, con un tubo con bajada de agua...y pensé: "Aquí puede resultar algo bonito".
Con todo el respeto que me merecen los esforzados maestros albañiles me dije: "No puede ser tan difícil" y teniendo a mano unos cuantos ladrillos, otro poco de cemento, otro tanto de arena me di a la tarea de buscar en internet la forma de hacer mezcla y me puse manos a la obra.


Primero los presenté sobre la cerámica para ver como quedaría, la posición, el largo...y procedí a pegarlos.


No es tan difícil pero cansa, por eso mi homenaje a los maestros albañiles.



Luego pegué cerámicas que habían sobrado del suelo, luego el fragüe y....
Las plantas hicieron lo suyo invadiendo el macetero y el muro de su encanto y de su verde y abundante presencia.
Y yo felíz.


Este mueble tiene historia.
Lo compró mi mamá por el año 78...era color madera natural, es un mueble biblioteca firme y de una madera muy dura, no conozco de maderas pero intuyo que es de un noble material
Ha vivido 2 terremotos sin siquiera moverse.

Cierto día mi madre me lo regala y a mi se me ocurre pintarlo de negro, quedó bello pero con el tiempo se comenzó a gastar la pintura, me di cuenta que oscurecía y achicaba el espacio y además acusaba inmediatamente cualquier suciedad aún habiéndolo limpiado recién.
Así que me puse manos a la obra...



Y como mi estilo es ahora más bien shabby chic lo pinté de un blanco crema precioso, cambié tiradores y bisagras por unos dorados y le coloqué espejo en algunos fondos para hacerlo aún más luminoso y amplio.

Los detalles tallados de las puertas también los resalté en dorado.
Ahora vive nuevamente y me sonríe con aires de mueble victoriano como si hubiese adquirido nuevas energías para acompañarme por muchos años más.
Este punto es "bellísimo" porque alguien ídem me lo enseñó.
Está tejido a crochet y en lenguaje fácil se trata de dos puntos "conchitas" encontradas, lo que va formando circulos.

Hacerlo con distintos colores le da un mayor realce a la formación de los círculos.



Para decirlo fácil, en una primera corrida se tejen 7 puntos sacados de un mismo agujerito y en la siguiente se cierran los mismos 7 dando forma al círculo.
Cuando tenga el esquema más claro en la mente juro que lo subo.


Y he aquí mi princesa luciendo su espaldita abrigada con su chalequito sin mangas.